
Nueva York, Abril 25 de 2025. En el marco del Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, Colombia llevó a cabo una muestra de cortometrajes seguida de un panel de expertos, enfocados en la relación entre la hoja de coca y los derechos humanos, y el impacto que tiene su criminalización para la plena realización de los derechos de los Pueblos Indígenas. El evento contó con la presencia de delegados diplomáticos, expertos de agencias de la ONU y organizaciones, y público general.
Durante más de medio siglo, la hoja de coca ha sido mal etiquetada y definida erróneamente bajo el régimen internacional de fiscalización de drogas, que la equipara injustamente con la cocaína y otros narcóticos con un alto potencial nocivo. Esta clasificación ignora su valor cultural, nutricional y medicinal.
El significado espiritual de la coca para millones de personas en la región andina y amazónica de América del Sur, junto con su rica historia y propiedades botánicas, se ha visto eclipsado por su asociación con el alcaloide. Esta situación ha tenido impactos negativos en la identidad y los valores tradicionales de los Pueblos Indígenas de los países andinos, quienes han mantenido una estrecha relación con la planta durante al menos 4.000 años.
La inclusión de la hoja de coca en la Lista I de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 limita sustancialmente la realización de los derechos colectivos de los Pueblos Indígenas, consagrados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI), en particular con respecto a sus conocimientos tradicionales, así́ como a las prácticas culturales y espirituales y los usos relacionados con la salud.
En el evento, parte de la Estrategia de Diplomacia Cultural de la Cancillería y que contó con el apoyo de Open Society Foundations y el copatrocinio de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, se proyectaron documentales que resaltan el valor cultural, medicinal y tradicional de la hoja de coca como parte de la identidad colectiva y la memoria de los Pueblos Indígenas.
Luego de las palabras introductorias de la embajadora Leonor Zalabata, quien enfatizó en la pertinencia de insistir en la superación del estigma asociado a la hoja de coca, la muestra inició con los documentales “Raâ, plantas de sabiduría para armonizar el planeta” y “El origen de la coca” de la realizadora Nelly Kuiru y la Escuela de Comunicación Indígena Ka+Jana Ua+, del pueblo Murui Muina, del Amazonas Colombiano. Luego fue presentado “A mano limpia: el doble precio de la coca”, de los documentalistas colombianos José Luis Osorio y Pablo Mejía, y para culminar fue proyectado “Mamus”, una producción cinematográfica grabada en la Sierra Nevada y producida por el líder arhuaco Arukin Torres, junto a Ramón Campos y el director sudafricano Jacques Naudé.
Las películas fueron el preámbulo de una interesante conversación sobre los derechos de los Pueblos Indígenas y su relación con el sistema internacional de fiscalización de las drogas, en la que participaron el renombrado antropólogo colombo-canadiense Wade Davis, la comunicadora indígena Nelly Kuiru, el diplomático indígena Ghazali Ohorella, y el Jefe de la Sección de Pueblos Indígenas y Minorías de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Hernán Vales.
Los panelistas coincidieron en la necesidad de fortalecer la discusión en torno a la tensión entre los derechos de los Pueblos indígenas y los regímenes internacionales de fiscalización de drogas, que en ocasiones criminalizan las prácticas tradicionales de las comunidades y niegan el reconocimiento de sus conocimientos ancestrales.
“Hay una serie de derechos que se ven vulnerados cuando criminalizamos la hoja de coca: derechos culturales, derechos civiles, derechos políticos. Las políticas de drogas han criminalizado desproporcionalmente a los pueblos indígenas, y la clasificación de la hoja de coca, que tiene implicaciones sobre los derechos humanos, se basa en un hecho histórico profundamente injusto”, afirmó Vales, el representante de la OACNUDH.
Efectivamente, el control sobre el uso y cultivo tradicional de la coca limita, entre otras, la plena realización de los derechos consignados en los artículos 11, 24 y 31 de la DNUDPI.
“Nuestro conocimiento no es un objeto oxidado, nuestro conocimiento está vivo. La lucha por la hoja de coca es un llamado a la acción global para todos los Pueblos Indígenas. Lo que pase en Colombia también nos afecta a nosotros. Por eso debemos trabajar por la liberación de la hoja de coca”, puntualizó Ohorella, quien pertenece al Pueblo Alifuru de las Islas Molucas.
El Gobierno del presidente Gustavo Petro continuará desarrollando acciones de diplomacia cultural encaminadas a generar conciencia y fomentar el debate a partir del proceso de reclasificación de la hoja de coca que adelanta actualmente la Organización Mundial de la Salud a través de su Comité de Expertos en Farmacodependencia.