(Nueva York, 22 de abril de 2015)
Señor presidente,
Agradezco a usted la convocatoria a este debate de alto nivel, y al Secretario General y al Alto Representante para la Alianza de las Civilizaciones por sus intervenciones, así como a todos los panelistas por sus presentaciones.
Este debate tiene lugar en un momento en el que el mundo se ve estremecido por los actos de barbarie, intolerancia y un extremismo violento que creíamos superado. Es esta una oportunidad sin igual para que todos nosotros manifestemos el más enérgico rechazo a la violencia, al extremismo, la intolerancia y para que concertemos acciones para la promoción de sociedades pacíficas, inclusivas, democráticas y respetuosas de la diversidad.
Señor presidente,
Colombia se asocia a la intervención realizada por Ecuador en nombre de los Estados miembros de la CELAC.
Lograr responder de manera efectiva al extremismo violento y derrotar la intolerancia pasa por reafirmar que no hay excusa o condición que justifique el terrorismo y la violencia.
La experiencia nos ha demostrado que ante la radicalización, el extremismo y el accionar violento, debemos aferrarnos a nuestros principios democráticos, comprometernos con la defensa, promoción y ejercicio de los derechos humanos de todos los ciudadanos, y hacer realidad lo establecido en los Principios y Propósitos que acordamos hace 70 años en la Carta de las Naciones Unidas.
Es por ello que estamos llamados a tomar medidas oportunas, prácticas y eficaces que favorezcan el diálogo, el entendimiento común y la reconciliación. En este sentido es fundamental:
- Trabajar por sociedades con altos estándares de educación, que fomenten no sólo el conocimiento y el desarrollo científico, sino que promuevan valores como la solidaridad y la aceptación de la diversidad como elementos connaturales de la racionalidad del ser y la condición humana.
- Alentar a los dirigentes y a los líderes religiosos a promover la comprensión, y a ser la fuente de inspiración en la que las sociedades cultiven el sentimiento de pertenencia y de coexistencia pacífica en un mundo cada vez más interdependiente. Con independencia de las creencias religiosas o del origen étnico, los líderes religiosos, dada su privilegiada posición, tienen la responsabilidad de cultivar sentimientos de tolerancia y respeto hacia aquellos que no profesan sus mismas creencias.
- Reconocer que las políticas y los sistemas de inclusión social desempeñan un papel fundamental en la promoción de una sociedad inclusiva, en el fomento de sociedades estables, seguras, armoniosas, pacíficas y justas, y en la generación de un entorno propicio al desarrollo y al progreso.
- Resaltar que los abusos en la lucha contra el terrorismo son moralmente inaceptables y contraproducentes.
- Fortalecer las acciones orientadas a reivindicar la diversidad como un valor que enriquece las sociedades y que contribuye a su unidad y cohesión.
- Reiterar que no se debe caer en categorizaciones simplistas, ni identificar una religión o una cultura con el extremismo violento, la intolerancia y la violación de los derechos humanos, pues éstas son conductas inaceptables atribuibles únicamente a personas o grupos, y no a culturas o religiones per se.
- Eliminar la discriminación por cualquier motivo, los estereotipos, prejuicios, estigmatizaciones y la exclusión, los cuales son instrumentalizados con fines políticos, económicos y propagandísticos.
Por último señor Presidente, quisiera resaltar la importancia de promover el conocimiento y el respeto por el multiculturalismo, y la necesidad de contar con instituciones receptivas y provistas de las herramientas adecuadas para a estos desafíos y atender las aspiraciones legítimas de la población.
Estas instituciones deben estar en capacidad de canalizar las demandas sociales y ser representativas de la voluntad popular. En ello radica su legitimidad y eficacia.
Muchas gracias.