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Cancilleria de Colombia

Misión Permanente de Colombia ante la ONU en Nueva York

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(Nueva York, 26 de septiembre de 2012)

Intervención del Presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos, ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en su 67 Período de Sesiones Ordinarias

 

 

Señor Presidente,

Señor Secretario General,

Señores Jefes de Estado y de Gobierno,

Distinguidos delegados,

Señoras y señores:

Quiero, en primer lugar, expresar las felicitaciones del Gobierno colombiano al señor Presidente de la Asamblea General por su elección y, a la vez, expresarle nuestro decidido respaldo a su empeño de seguir fortaleciendo la relevancia y la acción de la Asamblea General.

Así mismo, deseo agradecer al Embajador Nassir Abdulaziz Al-Nasser por sus incansables esfuerzos al frente de esta Asamblea, durante el pasado periodo de sesiones.

Hace dos años, en mi primera intervención como Presidente de Colombia ante esta Asamblea, manifesté la aspiración de mi país a ser miembro del Consejo de Seguridad para el periodo 2011-2012.

Asumimos la responsabilidad de participar en la toma de decisiones sobre situaciones críticas que vulneran la paz del mundo con absoluta independencia, y conscientes del enorme compromiso que significa trabajar en favor de la paz y la seguridad internacional.

Ha sido una época especialmente convulsionada en que las aspiraciones de muchos pueblos –que habían sufrido los estragos de largos conflictos y confrontaciones armadas– se vieron atendidas.

Países como Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil avanzan ahora en la vía de la construcción de la paz y del Estado de Derecho.

En Libia se logró romper una tiranía inclemente de más de 40 años en un proceso en que el Consejo de Seguridad tuvo un papel decisivo.

Mi gobierno no tuvo ninguna duda en condenar la represión violenta de que fue objeto la población civil que reclamaba justamente el ejercicio de sus derechos fundamentales.

Por ello nos asociamos a las decisiones del Consejo que contribuyeron a la transición hacia una democracia que –aunque todavía frágil– cuenta con el apoyo de la comunidad internacional para lograr su consolidación.

Aún persisten algunos grupos violentos que pretenden sabotear este proceso y utilizar prácticas terroristas.

Sea esta la ocasión para condenar de la manera más vehemente el vil atentado perpetrado contra el Consulado de Estados Unidos en Bengasi.

No puede permitirse que el extremismo y el terrorismo sigan despreciando la vida humana.

Primavera árabe

 

El mundo árabe experimenta hoy una transformación en sus formas de organización política, y se abre camino hacia la democracia.

Éste es un proceso que exige –para ser duradero– el respeto de los derechos de la población y la generación de condiciones para un desarrollo económico sostenible.

Esperamos que los avances en la participación ciudadana –en especial de la mujer– se fortalezcan para consolidar sistemas democráticos con oportunidades de desarrollo y bienestar.

Siria

 

En cuanto a la grave situación que vive Siria desde hace más de año y medio, debo manifestar nuestra frustración ante la incapacidad de la comunidad internacional para poner fin a la tragedia que todos los días cobra más y más vidas del pueblo sirio.

Desde esta Asamblea reiteramos nuestro llamado para que se ponga fin a los ataques y se busque una negociación política que dé respuesta a las aspiraciones legítimas de todos los sectores de la sociedad siria.

La aplicación del Plan de Seis Puntos de Kofi Annan contribuiría a facilitar una transición política liderada por Siria.

Quiero manifestar nuestro apoyo al nuevo Representante Especial Conjunto de las Naciones Unidas y la Liga de los Estados Árabes, Lakhdar Brahimi, y desearle todo el éxito en la difícil tarea a su cargo.

Reforma del Consejo de Seguridad

 

Como representante de un país que es miembro actual del Consejo de Seguridad, quiero referirme a su reforma, que desde hace 20 años se viene discutiendo.

Colombia cree que el consenso debe guiarnos a consolidar un enfoque integral: un enfoque que incluya un cambio de composición y también de métodos de trabajo que nos permita avanzar –con más eficacia– en los objetivos de Naciones Unidas, es decir, en la paz y el bienestar de la humanidad.

Haití

 

Ahora bien, si algún país de nuestro hemisferio requiere consolidar la paz, como una tarea integral, ese es Haití.

Seguimos trabajando por Haití.

Su reconstrucción requiere de nuestro continuo apoyo para fortalecer sus capacidades institucionales y de producción; para generar empleo y disminuir la extrema pobreza, y para lograr que las Naciones Unidas trabajen por el desarrollo en este país.

Los invito a perseverar en esta causa.

Compromiso con el desarrollo sostenible

 

Un evento fundamental de este año, para el mundo, fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible "Rio + 20".

Colombia –basada en el modelo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio– lideró la propuesta para establecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que fue el resultado más importante del proceso de Rio + 20.

Hoy los Objetivos de Desarrollo Sostenible se perfilan como un componente fundamental de la agenda de desarrollo del planeta y el propio Secretario General los ha identificado como una de las cinco prioridades de su legado.

Por ello celebramos que nuestra Canciller haya sido invitada a conformar el Panel de Alto Nivel sobre esta agenda, que tuvo su primera reunión el día de ayer.

Cumbre de las Américas

 

Se reunió en Colombia este año la Sexta Cumbre de las Américas, con la presencia de 30 jefes de Estado y de Gobierno del hemisferio occidental.

Fue un encuentro fructífero, que realizamos simultáneamente y por primera vez con una Cumbre Empresarial a la que asistieron los presidentes de las principales empresas de América y con un Foro Social que congregó a diversas organizaciones sociales del continente.

La Cumbre de las Américas de Cartagena se caracterizó por un diálogo franco y abierto sobre los temas más cruciales de la región y del mundo.

Los gobiernos de América acordamos emprender un análisis y una discusión sobre el balance, la efectividad y las perspectivas de la llamada "Guerra contra las Drogas", y sobre las posibles alternativas a ella.

Es nuestro deber determinar –sobre bases objetivas científicas– si estamos haciendo lo mejor que podemos o si existen mejores opciones para combatir este flagelo.

En esta dirección, dimos un mandato a la OEA para que, en su seno, inicie este análisis y esta discusión, invitando a otras entidades, la primera de las cuales, por supuesto, debe ser Naciones Unidas.

Es sólo un primer paso, pero uno de gran importancia pues es el comienzo de una discusión que el mundo ha evadido por muchos años, y que esperamos produzca resultados concretos.

El debate sobre las drogas debe ser franco y, sin duda, global.

La década de América Latina continúa

 

Hace dos años también, en mi intervención ante esta Asamblea, expresé mi convicción de que la década que iniciaba debía ser la década de América Latina y el Caribe, una década que consolidara a esta región del mundo como una región de paz, de progreso y de soluciones para el resto del planeta.

Hoy tenemos la satisfacción de constatar que nuestra región, en efecto, pasa por una coyuntura positiva, con economías sólidas, democracias operantes y ningún conflicto vigente entre las naciones que la conforman.

Entidades de concertación regional relativamente recientes, como Unasur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, dan fe de la voluntad de cooperación entre nuestros países y nuestras gentes.

Quiero destacar, por su enorme potencial, la Alianza del Pacífico que formalizamos este año entre México, Perú, Chile y Colombia –abierta a la participación de otros Estados–, con la que buscamos fortalecer los lazos comerciales, políticos y humanos entre nuestros países y con las naciones de la inmensa Cuenca del Pacífico.

El nuevo momento de Colombia

 

No puedo terminar sin hacer mención del momento especial por el que pasa nuestro país.

En medio de la turbulencia internacional, hemos logrado mantener una economía sana y en crecimiento que ha creado más de 2 millones de empleos en el curso de dos años y que muestra importantes avances en la reducción de la pobreza.

Hemos puesto en marcha iniciativas de gran impacto social como una Ley de Victimas –la única en el mundo que busca devolver las tierras a los campesinos desplazados y reparar a las víctimas de un conflicto que aún no ha terminado– o como una Reforma a las Regalías de los hidrocarburos y la minería, para repartir con mucha más justicia los ingresos por estas actividades, y así generar un desarrollo social más efectivo.

Sin embargo, nuestro progreso –que ha sido destacable– ha estado frenado por un conflicto absurdo que lleva ya cerca de medio siglo.

Colombia sufre hoy el conflicto interno armado más prolongado del hemisferio y uno de los más largos del mundo, un conflicto cada vez más anacrónico e inexplicable frente al desarrollo de nuestra democracia y nuestros progresos sociales.

Conscientes de esto –y sin descuidar la protección de la seguridad de los colombianos, ni ceder un milímetro en la lucha contra el terrorismo y el delito– mi gobierno ha tomado la determinación de avanzar –con prudencia, con seriedad, con firmeza y sin repetir los errores del pasado– en conversaciones con la guerrilla para procurar el fin del conflicto armado.

Después de dos años de contactos exploratorios, hemos anunciado al país y al mundo el inicio de una fase de conversaciones sobre una agenda corta y concreta, que tenemos la esperanza nos lleven al objetivo deseado.

Las conversaciones se instalarán en Oslo en la primera quincena de octubre y continuarán en La Habana, gracias a la buena voluntad de los gobiernos de Noruega y de Cuba que servirán como garantes.

También contaremos con el acompañamiento del gobierno de Venezuela –al que reconocemos su valiosa ayuda– y del gobierno de Chile, que nos va a acompañar a partir de ahora.

Hoy, ante esta Asamblea General de Naciones Unidas, quiero agradecer a la comunidad internacional el apoyo que han manifestado al inicio de estas conversaciones, así como su disposición de ayudar en lo que sea necesario.

Asumimos estas conversaciones con moderado optimismo pero con la absoluta convicción de que es una oportunidad que no podemos desaprovechar para alcanzar una paz que no sólo conviene a Colombia, sino a toda nuestra región.

A propósito de esta intervención, hace unos días les pregunté a los colombianos –por las redes sociales– qué mensaje querían que trajera aquí, a las Naciones Unidas, y de los muchísimos mensajes que llegaron quiero compartir éste de Henry Rodríguez Chacón:

 

"Una generación completa quiere despertar un día con la noticia de un acuerdo de paz".

 

¡Ese es el anhelo más sentido de los colombianos!

Sabiendo que este proceso debe tener plazos breves y términos concisos para ser exitoso, confío en poder entregar a esta Asamblea el próximo año un balance positivo de este esfuerzo que emprendemos, con todo entusiasmo, para lograr el fin de nuestro conflicto.

No queremos tan sólo hablar de paz.

Queremos construir condiciones de paz.

Eso es lo que hacemos todos los días con nuestras acciones de gobierno y, ahora, con las conversaciones que estamos adelantando.

Hoy presentamos al mundo –con gran esperanza– este nuevo y especial momento de Colombia.

Muchas gracias